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Bread Obsessed (Cómo empezar a hacer tu propio pan)

Foto del escritor: Natalia QuintanillaNatalia Quintanilla

Actualizado: 15 jun 2020

El que me conozca, sabe que realmente tengo algo así como una obsesión con el pan. Y para el que no, ahí les van un par de anécdotas que representan mi amor por él.


Cuando era chiquita, mi abuelita Cheché nos invitaba a cada uno de sus nietos a pasar una semana o unos días en el verano a su casa. Solitos, sin ningún hermano ni primo. Era padrísimo porque a todos los hacía sentir como el consentido de la abuela, aunque fuera solo unos días en los que te llevaba a desayunar a tu lugar favorito o al cine o te enseñaba a hacer algo diferente (como tejer o jugar cartas apostando oreos). Mis abuelos vivían en Cuernavaca, y ahí hay una panadería famosa por su pan dulce (Vivaldi my loveee), y cada vez que nos tocaba quedarnos en su casa, nos llevaba a que escogieramos nuestro pan favorito para cenar. Y adivinen, ¿qué pan quería yo siempre? No se rían, pero real, SIEMPRE quería un bolillo y una bolita rellena de queso Filadelfia. (Cabe aclarar que son pasillos y pasillos llenos de conchas, donas, garibaldis, galletas, chocolatines, etc)


No sé en qué momento empezó mi obsesión por el pan... pero lo que sí sé, es que es una de mis cosas favoritas en el mundo. La primera vez que hice pan nunca se me va a olvidar. Tenía como 5 años, estaba en mi clase de catecismo y nos estaban enseñando La Última Cena, con el pan y el vino y toda la cosa. Entonces, a mi miss se le ocurrió llevar como actividad la masa de unos mini bolillos congelados listos para hornear. Los metimos a un hornito tostador, y en menos de 10 minutos tenía en mis manos un bolillito recién horneado. Les juro que pocas cosas saben tan glorioso como eso. De ahí, pasó mucho tiempo antes de que me aventurara a hacer pan por mi cuenta, pero aprendí unas cuantas cosas:

  1. El pan recién horneado SIEMPRE sabe mejor

  2. Las cosas que cocinas con tus propias manos te saben más rico, y le dan un sentido especial a la comida

  3. El pan es un símbolo universal de amistad, o por lo menos, de convivencia

Pero bueno, creo que ya quedó claro que en efecto, estoy un poco obsesionada con el pan. Desde que empecé a cocinar más, y a atreverme a hacer cosas nuevas, siempre me intimidaba el pan. Yo creía que había que tener un horno muy jalado, mil tipos de harinas, un lugar perfecto para fermentar, y no sé qué otras tantas cosas que según yo, necesitaba para hacer un pan rico.


Pero, después de miles de horas viendo videos de youtube, leyendo a leyendas culinarias como Nancy Silverton y Massimo Bottura, investigando en internet y un poco de valor, me atreví a aventurarme en el mundo del pan.

Me dí cuenta de que realmente solo necesitas 5 cosas: harina, agua, sal, levadura y (el ingrediente principal) PACIENCIA.


Además, el mundo lleva horneando pan desde hace miles y miles de años… y si los egipcios podían hornear pan sin tener hornos Rational, estudios de microbiología, harinas especializadas y todas las modernidades del siglo XXI, ¿porqué yo no podría hacerlo?


Y así decidí hacer mi primera masa madre (que *spoiler alert* fue un fracaso total). No los quiero marear con un choro enorme de porqué no salió, pero mi error principal fue que utilicé harina blanca procesada de la que encuentras en el súper. Obviamente, la calidad de las levaduras y de los nutrientes de la harina no me dieron un buen resultado. El agua que estaba usando (de la llave) tampoco era la mejor. Le salieron hongos (que nunca quieres ver en tu masa madre), olía horrible, y después de aproximadamente 1 mes de estar alimentándola, de plano, la tiré a la basura.


Estuve un rato negada a volver a intentarlo, pero mi mamá compró una harina integral de trigo orgánico. Y volvimos a empezar el proceso. Creo que lo más difícil de hacer el pan, es tener una masa madre saludable y fuerte, que te dé para fermentar bien la masa, que tenga aromas ricos y que le de el “alma” a tu pan. Hacer una masa madre es un proceso de confiar en la naturaleza, no saber si sí estas haciéndolo bien, y sobre todo, mucha mucha paciencia al principio.


La primera semana de tu masa madre todavía no vas a poder hacer un buen pan, ni la segunda ni la tercera. Va a tener que madurar por muchos días y semanas. Ganar complejidad de sabor, madurez, y todas esas cosas mágicas que pasan en la fermentación.


Así que, en este post, no hay receta. Pero les hice unas tablitas “guía” para empezar (y mantener) una masa madre para tener un buen pan. Las pueden imprimir y mantener en su cocina, o van a estar disponibles aquí y en mi instagram (@lacocinadenatalia_). Antes de empezar, lean bien las recomendaciones. Ojalá les sirva, y si tienen alguna pregunta no duden en decirme. Espero que pronto se obsesionen con el pan tanto como yo, y lo amen con locura.





Si llegaron hasta acá, les dejo de bonus mis videos favoritos en los que te enseñan a hacer masa madre / pan. Cada una es única, y está viva a diferente manera.


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